sábado, 14 de marzo de 2020

Nuestros pioneros

Cuando una nueva familia contacta conmigo para pedirme consejo o ayuda por un tema referente al autismo, lo primero que le advierto es que no le ponga límites a su hijo o hija, que no crea en esos profesionales agoreros que le dicen que su hijo jamás podrá hacer tal o cual cosa. Nuestros hijos, al igual que los de todo el mundo, llegarán hasta donde puedan llegar, pero no les pongamos un absurdo freno para que ni siquiera lleguen a donde sí podrían haber llegado. El autismo es un espectro muy amplio e irregular: podemos encontrar personas que no se visten solas pero te dicen qué dia de la semana era el cuatro de noviembre de mil ochocientos siete, y otros que ni siquiera saben leer y son capaces de entonarte de memoria una melodía con solo escucharla una vez.
Hace unos años, cuando se abrió el aula TEA de nuestra ciudad, ni profesionales ni familias podrían haber imaginado, ni en el más ambicioso de sus sueños, que uno de esos pequeños que apenas lograban comunicarse pudiera llegar a estudiar secundaria; sin embargo, este año comenzó Fernando primero de la ESO y está sacando unas notas que más de uno de sus compañeros las quisiera para sí. Desde este curso, todas las familias tenemos nuestras esperanzas puestas en él, en especial su madre, que seguro que ya anda por ahí mirando universidades y concienciándose para ahorrar como una cosa mala y comprando tapers para la que le espera.
El segundo de nuestros pioneros ha sido Juan Carlos. Desde pequeño le gustaba la música y ya en infantil, con el pañal todavía en el culete a sus cuatro o cinco años, se sentaba en el ordenador con un viejo teclado Casio a pilas para ver tutoriales de piano para niños. Lo más alucinante fue el verano en que descubrimos que, con solo escuchar una nota, podía decirte cual era, y sin error alguno. Un niño con oído absoluto, como Mozart, que también era autista según se deduce de su biografía. Cuando se nos ocurrió pensar en llevarlo al conservatorio, la gente nos miró con cara de circunstancia, como si estuviéramos majaras perdidos, vamos. Pero se presentó a la prueba de aptitud para el acceso a primero de Enseñanzas Elementales y sacó un ocho. En octubre comenzó la aventura y, a día de hoy y tras el primer cuatrimestre con un notable, ya nadie nos mira como locos sino que nos felicitan y se quedan admirados cuando lo oyen tocar.
Fernando y Juan Carlos están abriendo un camino que muchos más seguirán y lo están dando todo para llegar donde nadie pensó que podrían llegar. ¡Animo, chicos! Sois nuestra esperanza.


Foto: Fátima Mulero